Al llegar a la cima estábamos tan contentos que queríamos dejar un marca de nuestro logro, entonces a falta de algo mejor nos quitamos las camisas y las amarramos a los palos secos que hayamos por allá para confeccionar banderas, pero al regresar a la cabaña exhaustos pude ver al velador del rancho muy fresco, bajando apresurado con nuestras camisas y corriendo hacia su casa.
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