Impulsivamente sin avisar, yo decidí aquella noche de verano llevarle serenata, pero al llegar vi cerrado el portón; así que me subí al cofre de mi auto para brincarme la barda y poderle abrir por dentro, de manera que pudiera entrar el trío hasta su ventana; fue entonces como abollé mi auto y después de todo, el portón esa noche no tenía seguro ni pasador.
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