Sin duda que el mejor café que he tomado y las mejores tortillas que he comido han sido los de San Juan Bautista Tlacoatzintepec, un pueblito encañonado en una montaña virgen más arriba de las nubes, en el Estado de Oaxaca; cuyo camino para llegar ahí se recorre por veredas a pie o en burro durante más de tres horas subiendo desde Usila.
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